Tradicionalmente, los elementos
socializadores del niño eran dos: la familia y la escuela; pero en la
actualidad, se ha abierto paso un tercero con una capacidad increíblemente
influyente y cuyo principal cometido no es el educar, sino el placer. Éste
consiste en los medios de comunicación masivos, los cuales pueden considerarse
un peligro pues transmiten que un niño es incapaz de filtrar adecuadamente,
como pueden ser ciertos modelos y valores aprobados por la sociedad y que
pueden ser perjudiciales para el infante (cánones de belleza, violencia,
estereotipos…). Por ello, la colaboración entre familia y escuela es de vital
importancia en esta época (Fuente Aguilar, 2006).
Pero esto no es fácil…
Por un lado, podemos encontrar a
las familias, que constituyen el elemento primario de la socialización de los
niños. La familia ha pasado por muchos cambios, entre los que se encuentran la
pérdida de autoridad debida a unos padres sumergidos completamente en la
cultura juvenil y que evitan que el niño deje de ser niño (Savater, El
eclipse de la familia, 1997). También entran en juego las características
laborales actuales, que provocan la dificultad de los padre a la hora de
compatibilizar vida familiar y laboral; y que provoca dos tipos de respuesta
(que pueden darse perfectamente a la vez): consentirle todo tipo de capricho al
hijos y/o estar encima de ellos. Esto da como resultado a unos niños
sobreprotegidos, incapaces de esforzarse por nada pues lo consiguen todo sin
ningún tipo de esfuerzo y/o de responsabilizarse de algo, pues son los padres
quienes asumen -cada vez más- sus responsabilidades (Fuente Aguilar, 2006).
Los
cambios acontecidos en las familias, pueden dar lugar a distintos modos de
clasificación de las familias, de los que resulta más interesante la tipología
cuyo criterio es el reparto de poder entre los miembros, pudiéndose
diferenciar:
§
Modelo autoritario: en el que uno o varios miembros imponen las reglas. Tradicionalmente, las
autoridades son los progenitores, generalmente el padre. Pero en estos días, se
da con frecuencia el caso de niños tiranos que imponen su voluntad a los
padres.
§
Modelo anárquico: en este modelo nadie tiene el poder, sino que cada miembro sigue su
criterio de manera independiente al resto.
§
Modelo democrático: en él, las decisiones se toman en consenso y se tiene en cuenta la
opinión de cada miembro.
Por
otro lado, está la escuela, a la que tradicionalmente se le ha encargado desde
que apareció como consecuencia de la Revolución Industrial, la tarea de
transmitir todo aquello de lo que no se podía ocupar la familia, los contenidos
más intelectuales (López Larrosa, 2003).
La escuela, al igual que la familia, ha ido experimentando cambios (tal vez más
rápidos y pronunciados que ésta, pues su existencia es más breve y ha sido
influida por los mismos agentes que las familias como parte que es de la
sociedad). En la actualidad, el principal cambio que se puede observar es que
la familia está descargando sus
funciones como socializador primario en la escuela (que son los valores
y el afecto) para las que la escuela no está preparada y supone un conflicto
para los maestros, pues por un lado tienen el mismo objetivo que las familias:
la educación del niño; pero por otro buscan sus intereses como obreros: el
horario, salario, etc. (Pérez de Guzmán
Puya, 2002). Cabe decir que existe la creencia de que la extensión de la
educación ha supuesto la bajada del nivel de la misma. Esto no puede ser del
todo cierto por un simple motivo: aceptar esta afirmación significaría que
aquellos con más dinero, que eran los únicos que podían permitirse la
escolarización, tendrían que ser por genética más inteligentes. En un
principio, al estudiar resultados en test de inteligencia, los alumnos
pertenecientes a las capas más pobres de la sociedad sacan peores resultados;
pero resulta que la inteligencia humana no se puede medir a partir de tests,
por tanto, esos resultados no son fiables y no se puede demostrar que haya un
colectivo más inteligente que otro (Savater, Educar es universalizar, 1997).
Sin embargo, es cierto que la gente procedente de las partes más altas tienen
mejores medios para triunfar en la cultura académica. Por ello es importante la
escuela, para que todos, independientemente de su origen, tengan las
posibilidades de triunfar y para ello, no es necesario bajar el nivel, sino
ayudar a las clases más desfavorecidas a llegar a ese nivel.
Habiendo
analizado las dos situaciones, cabe describir las relaciones existentes entre
las dos. En primer lugar, como ya se ha dicho anteriormente, los límites entre
las funciones de la escuela y los correspondientes a las familias con los niños
son cada vez menos claros. Esto da lugar a que uno traspase las funciones de
otro, deteriorando su relación y dismuyendo la autoridad y efectividad de
ambos; facilitando la confusión del niño, el cual podrá intentar aprovecharse
de su situación. Sin embargo, los dos comparten un mismo objetivo: la educación
del niño. Además la colaboración entre ambos hoy en día es de vital importancia
por los motivos expuestos con anterioridad. Concluyo diciendo las distintas
vías posibles por las que se puede dar la comunicación entre familia y escuela,
que se pueden clasificar en dos grupos en función de quien se acerca a
quien (López Larrosa, 2003):
- Comunicación familia-escuela: en ésta es la
familia la que acude o busca a la escuela. Las más comunes y conocidas son
las reuniones con el tutor (grupales o individuales), la representación en
el Consejo Escolar, las asociaciones de padres y las actividades
extraescolares (tanto para padres como para niños) (López Larrosa, 2003).
- Comunicación escuela-familia: a través de ella, la escuela se pone en contacto con la familia, que suele ser a través de los deberes, cartas y circulares (López Larrosa, 2003). Y en los últimos años, también juegan un papel importante las plataformas educativas tipo Delfos, Papás o Educamos.
Bibliografía
Fuente Aguilar, P. (Enero de 2006). DOCENTES Y FAMILIA
¿PODRÁN CO-LABORAR? Avances en supervisión educativa(2). Recuperado el
12 de Abril de 2015, de
http://www.adide.org/revista/index.php?option=com_content&task=view&id=68&Itemid=29
López Larrosa, S. (2003). FAMILIA Y ESCUELA:
TRABAJANDO CONJUNTAMENTE. REVISTA GALEGO-PORTUGUESA DE PSICOLOXÍA E
EDUCACIÓN, 8(7), 291-295.
Pérez de Guzmán Puya, M. (2002). Familia y escuela:
¿Dos mundos inconexos? Cuestiones pedagógicas(16), 205-220.
Savater, F. (1997). Educar es universalizar. En El
valor de educar (págs. 169-196). Barcelona: Círculo de lectores.
Savater, F. (1997). El eclipse de la familia. En El
valor de educar (págs. 65-105). Barcelona: Círculo de lectores.


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