martes, 21 de abril de 2015

La familia y la escuela ¿mejor amigos o enemigos?


Tradicionalmente, los elementos socializadores del niño eran dos: la familia y la escuela; pero en la actualidad, se ha abierto paso un tercero con una capacidad increíblemente influyente y cuyo principal cometido no es el educar, sino el placer. Éste consiste en los medios de comunicación masivos, los cuales pueden considerarse un peligro pues transmiten que un niño es incapaz de filtrar adecuadamente, como pueden ser ciertos modelos y valores aprobados por la sociedad y que pueden ser perjudiciales para el infante (cánones de belleza, violencia, estereotipos…). Por ello, la colaboración entre familia y escuela es de vital importancia en esta época (Fuente Aguilar, 2006). Pero esto no es fácil…
Por un lado, podemos encontrar a las familias, que constituyen el elemento primario de la socialización de los niños. La familia ha pasado por muchos cambios, entre los que se encuentran la pérdida de autoridad debida a unos padres sumergidos completamente en la cultura juvenil y que evitan que el niño deje de ser niño  (Savater, El eclipse de la familia, 1997). También entran en juego las características laborales actuales, que provocan la dificultad de los padre a la hora de compatibilizar vida familiar y laboral; y que provoca dos tipos de respuesta (que pueden darse perfectamente a la vez): consentirle todo tipo de capricho al hijos y/o estar encima de ellos. Esto da como resultado a unos niños sobreprotegidos, incapaces de esforzarse por nada pues lo consiguen todo sin ningún tipo de esfuerzo y/o de responsabilizarse de algo, pues son los padres quienes asumen -cada vez más- sus responsabilidades  (Fuente Aguilar, 2006).
Los cambios acontecidos en las familias, pueden dar lugar a distintos modos de clasificación de las familias, de los que resulta más interesante la tipología cuyo criterio es el reparto de poder entre los miembros, pudiéndose diferenciar:
§      Modelo autoritario: en el que uno o varios miembros imponen las reglas. Tradicionalmente, las autoridades son los progenitores, generalmente el padre. Pero en estos días, se da con frecuencia el caso de niños tiranos que imponen su voluntad a los padres.
§      Modelo anárquico: en este modelo nadie tiene el poder, sino que cada miembro sigue su criterio de manera independiente al resto.
§      Modelo democrático: en él, las decisiones se toman en consenso y se tiene en cuenta la opinión de cada miembro.

Por otro lado, está la escuela, a la que tradicionalmente se le ha encargado desde que apareció como consecuencia de la Revolución Industrial, la tarea de transmitir todo aquello de lo que no se podía ocupar la familia, los contenidos más intelectuales  (López Larrosa, 2003). La escuela, al igual que la familia, ha ido experimentando cambios (tal vez más rápidos y pronunciados que ésta, pues su existencia es más breve y ha sido influida por los mismos agentes que las familias como parte que es de la sociedad). En la actualidad, el principal cambio que se puede observar es que la familia está descargando sus  funciones como socializador primario en la escuela (que son los valores y el afecto) para las que la escuela no está preparada y supone un conflicto para los maestros, pues por un lado tienen el mismo objetivo que las familias: la educación del niño; pero por otro buscan sus intereses como obreros: el horario, salario, etc.  (Pérez de Guzmán Puya, 2002). Cabe decir que existe la creencia de que la extensión de la educación ha supuesto la bajada del nivel de la misma. Esto no puede ser del todo cierto por un simple motivo: aceptar esta afirmación significaría que aquellos con más dinero, que eran los únicos que podían permitirse la escolarización, tendrían que ser por genética más inteligentes. En un principio, al estudiar resultados en test de inteligencia, los alumnos pertenecientes a las capas más pobres de la sociedad sacan peores resultados; pero resulta que la inteligencia humana no se puede medir a partir de tests, por tanto, esos resultados no son fiables y no se puede demostrar que haya un colectivo más inteligente que otro (Savater, Educar es universalizar, 1997). Sin embargo, es cierto que la gente procedente de las partes más altas tienen mejores medios para triunfar en la cultura académica. Por ello es importante la escuela, para que todos, independientemente de su origen, tengan las posibilidades de triunfar y para ello, no es necesario bajar el nivel, sino ayudar a las clases más desfavorecidas a llegar a ese nivel.



Habiendo analizado las dos situaciones, cabe describir las relaciones existentes entre las dos. En primer lugar, como ya se ha dicho anteriormente, los límites entre las funciones de la escuela y los correspondientes a las familias con los niños son cada vez menos claros. Esto da lugar a que uno traspase las funciones de otro, deteriorando su relación y dismuyendo la autoridad y efectividad de ambos; facilitando la confusión del niño, el cual podrá intentar aprovecharse de su situación. Sin embargo, los dos comparten un mismo objetivo: la educación del niño. Además la colaboración entre ambos hoy en día es de vital importancia por los motivos expuestos con anterioridad. Concluyo diciendo las distintas vías posibles por las que se puede dar la comunicación entre familia y escuela, que se pueden clasificar en dos grupos en función de quien se acerca a quien  (López Larrosa, 2003):
  • Comunicación familia-escuela: en ésta es la familia la que acude o busca a la escuela. Las más comunes y conocidas son las reuniones con el tutor (grupales o individuales), la representación en el Consejo Escolar, las asociaciones de padres y las actividades extraescolares (tanto para padres como para niños)  (López Larrosa, 2003).
  • Comunicación escuela-familia: a través de ella, la escuela se pone en contacto con la familia, que suele ser a través de los deberes, cartas y circulares  (López Larrosa, 2003). Y en los últimos años, también juegan un papel importante las plataformas educativas tipo Delfos, Papás o Educamos.

Bibliografía

Fuente Aguilar, P. (Enero de 2006). DOCENTES Y FAMILIA ¿PODRÁN CO-LABORAR? Avances en supervisión educativa(2). Recuperado el 12 de Abril de 2015, de http://www.adide.org/revista/index.php?option=com_content&task=view&id=68&Itemid=29
López Larrosa, S. (2003). FAMILIA Y ESCUELA: TRABAJANDO CONJUNTAMENTE. REVISTA GALEGO-PORTUGUESA DE PSICOLOXÍA E EDUCACIÓN, 8(7), 291-295.
Pérez de Guzmán Puya, M. (2002). Familia y escuela: ¿Dos mundos inconexos? Cuestiones pedagógicas(16), 205-220.
Savater, F. (1997). Educar es universalizar. En El valor de educar (págs. 169-196). Barcelona: Círculo de lectores.
Savater, F. (1997). El eclipse de la familia. En El valor de educar (págs. 65-105). Barcelona: Círculo de lectores.


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